“Los cónyuges para lograr una unión
sana, primero deben prometerse que…
En el terreno intelectual, vamos a dejarnos el uno al otro a ser
lo que somos. Me caso contigo prometiendo que de ninguna manera intentaré que
me imites o que veas el mundo exactamente como yo lo veo. Tendremos derecho a
expresar nuestra propia visión del mundo, aunque difiera de la del otro. NO nos
impediremos ver ni oír lo que nuestra curiosidad nos pida. Tenemos derecho a
desarrollar nuestros sentidos en la dirección que nos convenga.
En el terreno emocional, reconoceremos
que no todos amamos de la misma manera. No nos someteremos a la tortura de
querernos unir de un modo que no sea el nuestro sin desear serlo todo el uno
para el otro. Iremos agregando a nuestro cariño el cariño por nuestros hijos,
por nuestros parientes, por nuestros amigos, por aquellos a los que admiramos,
por la humanidad entera, por todos los seres inanimados o vivientes, por ese
impensable que llamamos Dios. Reconoceremos que el amor no es la búsqueda de la
igualdad sino de la diferencia complementaria. Nos ataremos con nudos que
siempre sabremos deshacer, nos ayudaremos a conservar en lo más profundo de
nuestro ser un área privada, nos protegeremos mutuamente sin privarnos de
nuestra “libertad”. Caminaremos juntos bendiciendo cada uno de nuestros pasos y
si nuestros caminos se separan, lo aceptaremos con gratitud y deseando lo mejor
para el otro en su nueva vida.
En el terreno sexual, comprenderemos que el encuentro de nuestros cuerpos es un placer que
debe ser explorado y desarrollado. La verdadera clave de una descendencia feliz
es el goce con el que la engendramos. Tendremos hijos del placer, este placer
será mutuo y sin límites. Nos permitiremos expresar nuestros deseos,
solicitando ésta o aquella caricia, aceptando satisfacer las fantasías sexuales
del otro, teniendo también el derecho a negarnos. La sublimación y la
abstinencia deben ser sinceras y no disfraces de la frustración.
En el terreno material, compartiremos un espacio y nos permitiremos también
tener un territorio personal, con la promesa de no invadir el del otro,
respetando nuestra necesidad de soledad. Igualmente tendremos algún dinero
común y conservaremos celosamente una independencia económica.
En ninguna parte soy algo de alguien, y
en ninguna parte hay algo que sea mío.”
Alejandro Jodorowsky en “Cabaret
místico” (Ed. Siruela)
Fuente:
Plano Crativo
Espero te sea útil
Cariños, Yraida
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