Dos hombres partieron a colonizar regiones desconocidas. Llenos de esperanzas caminaron a través de bosques, desiertos y montanas. Cada vez que eligieron un lugar para construir sus casa, llego un propietario del terreno a correrlos. Cada árbol, manantial, piedra tenia un dueño y si no era humano resultaba ser una fiera, una colonia de insectos o cualquier bestia venenosa.
Los dos colonos fueron llegando cada vez mas lejos a terrenos mas inhóspitos. Por fin encontraron una región libre: en un valle cuajado de puntas de cristal de roca, tan aceradas como puñales, se extendía un lago de barro pantanoso.
Uno de nuestros hombres, viendo la lisa superficie, considero que ahí había la posibilidad de construir una casa sobre pilares de bambú. El segundo, meditabundo, se quedo entre los puñales. El otro se burlo de el: estúpido! no te das cuenta que esas puntas, al menor descuido, van atravesarte? Haz como yo: es mucho mas fácil adaptarse a una superficie lisa y pacifica!
Reunió cuantas varillas de bambú pudo y erigió una hermosa casa. Durmió feliz bajo su nuevo techo, pero en pocas horas el pantano se trago la construcción junto con su constructor... Su compañero mientras tanto, había medido las peligrosas puntas, calculado su filo y dureza, y construido sobre ellas una plataforma solida que sostenía a una casa de piedras.
Cierto es que un derrumbe de la terraza, hubiera sido fatal, pero como el constructor había conocido cada punto del agresivo sitio: pudo sobrevivir, traer a su familia y fundar una distania que trajo generaciones de ninos ágiles como cabras que podían correr entre las puntas sin lastimarse jamas.
Si construyes sobre la ilusión, veras tu obra derrumbarse. Mas si en la realidad limitada elevas esta obra, ella perdurara. Una dolorosa verdad es mas útil que cien alegres mentiras.
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