"Quien no comprenda una mirada tampoco comprenderá una larga explicación" Proverbio Árabe.

Mujeres que lloran por un solo ojo

sábado, 2 de abril de 2011

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Querid@s lectores, es un honor para mi compartir con ustedes, aquí en psiquexpresión, lo que hace un año escribí en colaboración para la Revista Súper Mujer en su espacio Confesiones de Sofía. Se trata de un proceso personal y que gracias a la escritura sanadora pude traer a luz, enriquecido hoy por las Constelaciones Familiares:


     -  ¿Qué ojo te está llorando mi niña?
-          -  ¿De qué me hablas abuela?
-          -  Depende del ojo por el que te escurra la lágrima será el origen de tu pena.
-           -  ¿Cómo es eso abuela?
-           -  Cuando seas grande lo entenderás…

¡Ay abuelita!, cómo sospechar que dentro de ese fuerte y diminuto cuerpo habitaba tanta sabiduría. En ti, que tus días se pasaron yendo y viniendo cerro arriba con leña en hombros para la cocina.

El tiempo ha pasado y las experiencias de vida hoy me hacen comprender tus palabras. Ojalá haya Wi-Fi en el cielo para que Dios se meta en internet y te lea lo que hoy te estoy escribiendo.

¡El ojo por el que me escurre la lágrima es el izquierdo! Este que según los expertos representa el linaje materno. Linaje sufrido por abusos, desamores, abandonos y maltratos. De niñas tuvieron que crecer y convertirse en mujeres adultas para tomar decisiones y llevar el hogar antes de los 10 años.

Para protegernos de nuestro propio dolor, se usó generación tras generación el estandarte: “mujeres seguras de sí mismas, independientes, luchadoras, capaces, emprendedoras, las que resuelven todo y no necesitan ayuda de hombre para sacar a sus hij@s adelante”.

Abuela, las hijas que hemos desfilado detrás de este estandarte, llevándolo “orgullosamente” sin bajar brazo, hoy nos escurren lágrimas por nuestro ojo izquierdo. ¡Lloramos!

Lloro el dolor de la infancia y juventud perdida: la que ustedes perdieron por “sacarnos adelante” y por eso me siento en deuda, y la que yo también “perdí” para poder “sobrevivir”. Lloro la posibilidad de salir embarazada porque este hecho bendito representó “la trunca de sus sueños”, nos hicieron sentir un estorbo. Lloro las recetas perdidas, los rituales extintos junto a los cuentos y cantos. Lloro la dificultad para expresar nuestra sensibilidad: coquetear, dejarnos querer, consentir, pedir ayuda, seguir a nuestro hombre, llorar abiertamente sin tener que escondernos para que no nos digan “débiles” ¿cómo, si ustedes no lo pudieron hacer? Lloro mi feminidad reprimida. Lloro el peso del estandarte abuela.

Ya sé de dónde viene mi “rabia devoradora”: de este profundo dolor, el que me llevó a morder, pegar, maltratar, herir durante mi infancia y que luego se convirtió en rebeldía extrema en mi adolescencia. En mi adultez, mi cuerpo me lo había estado mostrando a través de mi endometrio ¿Cómo podía llegar a mí la posibilidad de generar vida, si habitaba en mí ser toda esta energía devoradora y asesina? …Ahora lo comprendo.

Abuelita, he decidido dar un paso al frente y soltar el estandarte.

Volteo a mirar el legado y me inclino en señal de honra a la vida que llevaste tú, mi madre y todas las mujeres de mis antepasados: difícil, dura, áspera. Esa que hoy me permite ser la mujer que soy y la que no soy también ¡Gracias a los hombres que ustedes escogieron pasaron la vida y con ella la mía!

Doy otro paso al frente para ocupar mi lugar: el de hija y el de mujer, para expresarme, gozarme, abrazar la vida, fluir, ofrecer mis talentos. Voy con las manos libres para recibir, en honor a cada una de ustedes, a mis futuros hijos con mi esposo, mi prosperidad, la cristalización de mis sueños, mi éxito, mi salud, ¡la alegría de vivir!

Tomo de ustedes la vida con cara al viento, sin pena para compartir lo tomado. Por favor, mírenme con buenos ojos y denme su bendición si puedo yo hacerlo diferente.

Abuelita, las lágrimas que lloró mi ojo bien han tocado mi corazón y limpiado mi alma. Hoy me encuentro viviendo momentos de plenitud, estoy migrando a un lugar hermoso que antes no había podido conocer: mi Ser. ¡Gracias!



“…EL amor, el Gran Rey, ha devuelto la vida a mi yo muerto; ha encendido nuevamente la luz de mis ojos cegados por las lágrimas; me ha levantado desde el polvo de la desesperación hasta el reino celestial de la esperanza…”
Khalil Gibran


Gracias Ana María por animarme a publicar estas líneas en mi propio espacio.
Yraida Moreno
Fotografía: Portada del libro "Tratado de Culinaria para Mujeres Tristes" de Abad Faciolince Hector

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bello por tu fuerza y por publicar algo tan lindo

Yraida dijo...

Gracias por apreciarlo

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