Había una vez un hombre que tenía un gran deseo de complacer a Dios, así que rezó día y noche hasta que escuchó una Voz que le dijo: “Quiero que vayas y empujes una roca“.
La mañana siguiente, el hombre se despertó eufórico y salió corriendo a buscar una roca enorme. Comenzó a empujarla, pero nada ocurría, así que siguió haciéndolo todo el día.
Al día siguiente, hizo lo mismo, pero la roca todavía no se movía ni un centímetro. El hombre continuó haciendo esto por tres meses, hasta que, un día, se frustró tanto que dejó de empujar.
Esa noche, tuvo un sueño y la Voz le preguntó: “¿Por qué dejaste de empujar?”. “Nada sucedió”, contestó el hombre. “¿Nada sucedió? ¡Mírate! Mira cuán determinado y enfocado te has vuelto. Mira cuán poderosos están tus músculos ahora. Ya no eres la persona que eras cuando comenzaste”.
“Además, Yo no te dije que movieras la roca; te dije que la empujaras. Yo moveré la roca cuando sea el momento“.
Mantente empujando tu roca. Ésta se moverá en el momento indicado, en el tiempo perfecto, cuando menos lo esperes. Y están ocurriendo cosas asombrosas aunque tú no lo notes.
Espero te sea útil
Saludos, Yraida
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