Los griegos, en su sabiduría,
utilizaban dos conceptos para referirse a la idea del tiempo: Krónos era el concepto que medía el
tiempo cronológico, el movimiento de las agujas del reloj. Y Kairós hacía referencia a la calidad de
tiempo vivido.
Cuando leí estas líneas en
el libro “El hombre y sus símbolos” recordé lo que he observado en mi gestión
como consultora de desarrollo humano en el ámbito organizacional: día con día, en
las empresas, Krónos mata a Kairós.
Directores y Gerentes desean días de 25 horas
para poder conciliar la planificación con el desempeño de sus colaboradores a
fin de alcanzar los objetivos. Los
colaboradores también piden se les conceda ese deseo para poder lograr sus objetivos y al final del día, como
diría Peter Drucker, colaboradores y mandos terminan haciendo muchas cosas sin obtener
los resultados que esperaban.
Dice Alex Rovira,
experimentado consultor organizacional, que las causas de este corre-corre
cotidiano son múltiples, pero sin duda una de las más importantes es que hay
quien vive de provocar el caos y la angustia desde la urgencia para asegurar su
control, su poder, su puesto.
Perfiles que ostentan cargos de autoridad pero que carecen de las habilidades
que les permitirían ser realmente competentes en su liderazgo. La
profesionalidad y la eficiencia tienden a ser discretas, humildes y elegantes. Quien
no sabe gestionar de manera eficiente y humana, tiende a oprimir a los que les
rodean, innecesariamente, para sentirse el alfa dominante de la manada, cuando
en realidad se trata del tábano impertinente. La urgencia es en muchos casos un
elocuente disfraz de la incompetencia, del cretinismo y del propio vacío
interior.
Catalina
Reyes, una de mis maestras de la formación en Constelaciones Familiares, decía:
“quien lleva prisa lo que busca es la muerte” y sus palabras coinciden con lo
que la Organización Mundial de la Salud plantea: hay
cada vez más personas deprimidas en los entornos laborales debido a la presión
y a la angustia, claros síntomas de la urgencia.
Frases como: “tengo tres años
sin vacaciones”, “llevo un mes diciendo: mañana lo hago, no he tenido tiempo”, “tengo
un mes que no le veo la cara a mi hij@”, “en el mundo de la consultoría no
puedes estar casado es tu cliente o tu pareja”… Son expresiones que ponen de
manifiesto la insensatez de la especie y un estilo de vida cuanto menos insano.
¿Estás inmers@ en una urgencia
ineficiente? ¿Qué has hecho para salir de este contexto? Todos sabemos que en
algún momento vamos a morir y esto se nos olvida; solo cuando la enfermedad, la
muerte de un ser querido o el accidente nos lo recuerda hacemos conciencia de
nuestra finitud y nos movemos hacia el sentido de nuestra existencia y el amor.
Aquí, en este lugar, lo esencial aflora con nitidez.
La gestión de la crisis cotidiana
es posible gracias a la capacidad de pensar con sosiego, de cultivar el talento
y el afecto, de dialogar con el otro y con uno mismo, de tomar distancia y
perspectiva, de vivir con un cierto silencio creativo y reparador. Este tipo de
gestión se logra sintonizando y desarrollando nuestro Ser Interior.
Hay un fragmento de un cuento Zen que describe
este escenario, un maestro le dice a su alumno: “una parte del problema es la
prisa que tiene todo el mundo. Las personas no han encontrado sentido en sus
vidas, por eso corren constantemente buscándolo. Piensan en el próximo coche,
en la próxima casa, en el próximo trabajo. Y después descubren que esas cosas
también están vacías, y siguen corriendo”.
¿Cuáles son las condiciones que contribuyen para que tu vida sea más agradable y valiosa? ¿Le das espacio en tu agenda a esas condiciones? ¿Disfrutas lo que haces en tu trabajo? ¿En donde trabajas hay espacio para desarrollar el crecimiento interior? ¿Qué es la calidad de vida para ti?
Espero te sea útil
Con afecto, Yraida
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