Foto: @psiquexpresion "Mujer Catedral" Brinella Fernández
Aproximadamente en 1992, un
querido amigo me hizo una pregunta: “¿por qué la gente entra a las
iglesias?” Sabía que la respuesta no tenía que ver con creencias ni con curas
ni con misas, tenía que ver con un sentido más profundo y no supe responder en
aquel entonces. Me dijo: “porque cuando entras puedes escuchar el silencio, la
gente se siente segura, buscan protección, calma…”. Diez años después, gracias a un
evento que “quebró” mi corazón y que me conectó con otros eventos difíciles de
mi historia personal, recordé esa pregunta y fui en búsqueda de la respuesta.
Sentía, en lo más profundo de mí Ser, que vivir la respuesta sería un buen
recurso para aliviar el dolor por el que estaba atravesando.
La iglesia que escogí
visitar está en la ciudad que me vio crecer, tuve que viajar dos
horas para poder llegar. Estaba cerrada.
Ante tales circunstancias, me
quedé en la plaza y me senté en un banco bajo la sombra de un árbol. Allí contemplé
mi situación y evoqué las palabras de mi amigo, buscaba sentir la respuesta
adentro de mí, regalársela a mi corazón: silencio, seguridad, protección, calma…
…Pasaron los años y una
tarde de 2014 escuché por primera vez la expresión “mujer catedral”. Caminaba
por uno de mis parques favoritos en CdMx y un hombre, de aproximadamente unos
70 años de edad, le dijo a su mujer: “tú eres mi mujer catedral, puedo venir a
ti cuando mis demonios asechan mi corazón”. Ella, con una sonrisa espléndida le
respondió: “esto es porque puedo ir con las mías, mujeres de mi clan y hermanas
del alma, voy con ellas para sanar mis heridas y tú respetas mi templo”.
Escuchar estas palabras me
conectó con la pregunta, con la respuesta y con las palabras de Annwyn St. Just
cuando la conocí en 2013 en su seminario violencia,
violencia sexual y trauma social: “el hombre nuevo comienza en el corazón
de cada mujer”.
¡Cuántas mujeres heridas!
¡Cuántos hombres nuevos queriendo existir en nuestros corazones sanados! ¡Cuánto
ruido en la mente que no puede escuchar al corazón! ¡Cuántas hermanas del alma,
mujeres del clan, que esperan que les llamemos para que puedan venir a nuestro
encuentro! Gracias hermosa Brinella. Tu historia, tu vida, tu obra, tu
existencia en mi vida hacen posible que recuerde a las mías; a las que me une
la sangre, a las que me une la vida: mujeres sabias que sanan, mujer catedral.
Saludos afectuosos,
Yraida
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