"Quien no comprenda una mirada tampoco comprenderá una larga explicación" Proverbio Árabe.

Flor del Desierto

miércoles, 6 de octubre de 2010

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Una muestra viviente de cómo podemos pasar “de la expresión a la sanación”.
Cuántas veces te has preguntado: Por qué a mí?… En la lengua árabe existe una palabra para definir y hablar sobre lo que tiene que pasar: Maktub, que significa “está escrito, es el destino”. Waris Dirie tomó con honra su destino e hizo con él un camino de sanación para ella misma y otras mujeres que viven una suerte difícil.
Comparto contigo breves fragmentos de su vida, contados por ella misma, en una entrevista realizada en Barcelona por Víctor Amela, periodista y escritor. Disfrútala! 



“…Hay heridas que tardan en cicatrizar. El deseo de ver a mi madre de nuevo… olvidarla…fue intenso. Tuve que darme cuenta que el amor y el sufrimiento está muchas veces conectados…

Nací en el desierto de Somalia, no sé la edad que tengo, lo único que sé es que cada día es nuevo, 33 años? 36 años? qué más da!, en el desierto no hay papeles ni falta que hacen. El desierto fue mi hogar durante toda mi infancia, yo pastoreaba el rebaño de camellos y cabras de mi padre.

Lo peor era estar descalza, el suelo erizado de piedras, no podíamos pagarnos unas sandalias ¡Cómo me sangraban los pies! No teníamos nada, ni casa, ni agua, éramos nómadas… pero teníamos el rebaño y a nosotros mismos. Estábamos bien! Unidos: mi madre, mis hermanos, mi padre… me pegaba, él mandaba. Era un hombre fuerte, alto, sólido, guerrero.

Debo decir que años después, cuando estaba sola en Nueva York, habría preferido mil veces un bofetón de mi padre a esa soledad. Llegué a Nueva York por un milagro, cuando tenía 13 años me escapé. Mi padre iba a casar con un viejo de 60 años porque le daba 5 camellos. Yo era especial, rebelde.

Las niñas son educadas para trabajar y ser ofrecidas en matrimonio. Eso quieren los padres para sus hijas. La madre se preocupa de que su hija sea pura, limpia, virgen y por eso la mía a los cinco años me llevó a la ablación, por amor a mí. Y yo, claro quería ser “pura y limpia!"

En Somalia se practica la ablación más severa: se extirpan clítoris y labios menores de la vagina. La herida se cose dejando sólo una abertura del diámetro de una cabeza de cerilla para la orina y la menstruación… Mi hermana murió desangrada y yo, desde aquel día, supe que ya nada podría destruirme, sólo temo a Dios! ALÁ ES YA EL ÚNICO QUE PUEDE HACERME DAÑO…

Cuando empecé a hablar sobre la ablación en Estados Unidos, me sentí muy culpable, porque estaba criticando la cultura de mi familia amada. Hoy me dedico a conseguir medios para formar maestros en Somalia, educar a niñas, a las madres. Lo he logrado con la mía. Veinte años después de escaparme de mi casa he vuelto a Somalia. Me reencontré con mi madre y ya piensa como yo, HAY ESPERANZA!

Para escaparme, crucé el desierto. Una mañana desperté con un león ante mí, con su enorme melena y le dije: cómeme, estoy preparada…y se fue. Ese día supe que ALA me reservaba para algo y fue que encontré a una tía mía que estaba casada con un diplomático somalí destinado en Londres y pedí que me llevaran allí como criada ¡Nunca antes había visto blancos!

Me preguntan si cambiaría algo de mi cuerpo; sí, mis piernas que están arqueadas, pero no: las agradezco, porque son hijas de mi malnutrición infantil y ellas me recuerdan quién soy. La única hermosura que valoro es la del alma. Debemos dar gracias por estar vivos… Hoy no me falta nada, pero cuando veo el agua que se va por el desagüe al ducharme me desespero: LO QUE HARÍAN EN EL DESIERTO CON CADA GOTA!

Con el tiempo volví a ver mi padre, le habían robado su rebaño y operado de los ojos con un cuchillo en el desierto: quedó ciego… A aquel hombre tan poderoso y fuerte lo vi ahora frágil y desvalido pero aún con la cabeza alta! Cuando nos despedimos, me confesó: “Tú eres como yo“. Mi padre, estaba orgulloso de mí, lloré…”

Waris Dirie se reencontró con su familia después de 22 años. El viaje de regreso fue muy chocante. Atravesando el desierto, quiso detenerse para recoger a una señora que caminaba con los pies ensangrentados. El chofer respondió: “No te preocupes, sólo es una mujer.” Dejó atrás las pasarelas, el cine y la moda. Como Embajadora de Naciones Unidas, recorrió África y consiguió que 15 países penalicen la mutilación femenina. Ha creado la fundación Desert Dawn para apoyar a las mujeres. Dice:

“A mi regreso de África lo conté todo a periodistas en conferencias, en programas de televisión, como defensora de las seis mil niñas que, día a día, son mutiladas. Nada puede ser peor que orinar y menstruar por una abertura del tamaño de un guisante… No son víctimas. Ayudamos a mujeres que quieren mejorar su vida y que luchan por ello… No sé si existe algo llamado valor y no sé si yo lo tengo; quien se vea en mis circunstancias, hallará la fuerza para llegar al otro lado. Mi modo de ayudar es ser como soy; hacer lo que hago cada día, convenciendo a la gente de que es posible cambiar”

Dirie ha escrito varios libros sobre su vida: Flor del Desierto (su autobiografía, 1997), Amanecer en el Desierto (describe su viaje, 2002), Niñas del Desierto (habla del día en que rompió el silencio, sus contratiempos y sus éxitos, 2005) y Cartas a mi Madre (su libro más intimista, 2007). Ha recorrido el mundo y asegura que su única meta «es lograr la paz, el amor y el respeto, valores que exijo al mundo para mí y para todos». Hoy se dedica a su hijo Aleeke y su gente.

…Experiencias que nos dejan camino para ampliar la mirada y fluir con el río de la vida, brindando por la dignidad de ser mujer.

Saludos
Yraida Moreno

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2 comentarios:

Cindy dijo...

Un relato impresionante de una mujer que con mucho valor y sobre todo con mucha fe en lo que deseaba para ella y su futuro, se arriesgo y logro salir de ese mundo donde la mujer es vista como un objeto y no como un ser humano, muchas gracias Yaraida por rescatar en tu blog este punto.

Yraida Carolina Moreno Luna dijo...

Gracias Cindy por tus palabras. Un fuerte abrazo.

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