Un joven en la antigua China quiso hacerse joyero. Para ello se presentó a un maestro joyero y le suplicó lo admitiese como aprendiz. El joyero lo aceptó, le puso una piedra de jade en la mano, le dijo cerrase la mano y la mantuviese así durante un año.
No fue fácil para el joven aprendiz pasarse un año entero con la piedra en la mano sin soltarla nunca ni de día ni de noche, soportando las bromas y el ridículo antes sus amigos y conocidos. Pero aguantó todo el año, se presentó al maestro, abrió por fin la mano, y le devolvió la piedra.
Ahogando las ganas que tenía de protestar por tan larga e inútil prueba, dijo respetuosamente al maestro: “La primera lección ha sido dura. Decidme, ¿puedo comenzar mi verdadero aprendizaje ahora?” El maestro tomó otra piedra y fue a ponérsela en la mano. El aprendiz protestó que ya había tenido bastante con un año y no estaba dispuesto a pasarse otro año en tan inútil penitencia. Pero el maestro insistió, le colocó la piedra en la palma de la mano y le cerró los dedos sobre ella.
Entonces el discípulo exclamó: “¡Pero esto no es jade!” Y el maestro le respondió: “Ya has acabado el aprendizaje.”
Espero te sea útil
Saludos, Yraida
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Saludos, Yraida
2 comentarios:
Me ha encantado el relato, hace algún tiempo leí un libro con cuentos de oriente y éste estaba incluido en él, pero no consigo acordarme del nombre del libro, si me pudieras enviar el título del libro en el que viste este cuento a nokinonac@hotmail.com te estaría muy agradecido. Un saludo
Celebro que lo hayas disfrutado. Con mucho gusto te envío el nombre del libro al correo que dejaste. Otro saludo para ti.
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