"Quien no comprenda una mirada tampoco comprenderá una larga explicación" Proverbio Árabe.

Duelos

jueves, 11 de noviembre de 2010

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Introspección, desafío, dolor, reto, aflicción, pena, combate, pesar, encuentro, reflexión, desconsuelo, despedida, cambio
En los últimos tiempos todos oímos hablar de la importancia de “hacer bien los duelos”, pero muchos de nosotros no comprendemos a cabalidad los alcances de ese término que aparentemente tiene tanta significación emocional. Se habla de un duelo para referirnos a la reacción que le sigue a una experiencia de pérdida. ¿Cualquier tipo de pérdida? Sí.
El divorcio, la ruptura amorosa, el desempleo, un secuestro, una enfermedad, por supuesto la muerte, un robo, una mudanza, pasar de una etapa a otra o trasteo son todas experiencias que nos sacuden en mayor o menor grado, que alteran nuestro mundo ordenado, confiable, predecible y que generan una respuesta que llamamos duelo. Respuestas en las que encontramos, inicialmente: aflicción, pena, pesar y desconsuelo.
La magnitud de un duelo es proporcional a la importancia emocional de lo perdido. Esta “magnitud”, en ocasiones, se nos hace difícil de contener y abordar en vista de lo aprendido ¿Qué aprendimos? Aprendimos, en nuestras sociedades latinoamericanas, que “perder” es sinónimo de derrota y esta percepción nos sumerge en una actitud similar, más allá del proceso intrínseco que conlleva pasar por un duelo.
El duelo equivale entonces, en términos de tiempo, a lo que llamamos luto; es decir, al período que le sigue a la pérdida; y en términos de reacción, es la respuesta física, psicológica y espiritual que busca readaptarnos a un mundo diferente, cambiado, en donde ya no está aquello que se perdió. Es un proceso de cambio, de búsqueda, de sacudones interiores, de altibajos emocionales, de retos que nunca nos va a dejar iguales a como estábamos antes y quizás, mejores.
¡¿Mejores?! Si, en tanto nos demos el permiso de sentir y expresar el dolor que viene con la pérdida. Toda pérdida ¡DUELE! y como todo dolor, es una invitación al cambio. Sufrimos cuando nos resistimos al cambio que genera la pérdida. “No es lo que pasa lo que te afecta, sino como lo afrontas”, nos dice el Dr. César Lozano en “despierta la vida continúa”. Pasar por un proceso de duelo nos abre una puerta a la reflexión e introspección, así lo expresa Elizabeth Kübler-Ross en su libro “sobre la muerte y los moribundos”. Mejores, en tanto demos el paso hacia la despedida y dejemos de combatir en contra de nuestras propias emociones y de las oportunidades de crecimiento que la vida nos ofrece.
Despedirnos de lo perdido es lo que más nos cuesta en vista de que esa despedida nos desafía a ser mejores de lo que somos, nos conducen a encontrarnos con lo mejor y lo peor de nosotr@s mism@s para restaurar el equilibrio y balance que sentimos perder cuando nos toca decir “Adios”.
El duelo es una experiencia humana dura y desgastante, permitirnos “vivir” este proceso da paso al encuentro con el bienestar. “Hacer el duelo” implica hacer consciencia de que no vamos a olvidar a quién o aquello que perdimos, el vínculo continúa vigente en nuestra vida de forma distinta. El proceso de duelo progresa y va evolucionando hacia lo que se conoce como su “resolución”. La resolución del duelo nos conduce hacia la vida, en palabras de Paulo Coelho:

Es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto.
Cerrando círculos o cerrando puertas o cerrando capítulos. Como quiera llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.
¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, papeles por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar.
Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar.
Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente. El pasado ya pasó.
Porque si usted anda por la vida dejando “puertas abiertas” por si acaso, nunca podrá desprenderse ni vivir lo de hoy con satisfacción.
Usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver.
Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo, ni el entorno al que regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.
Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no está en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable.
¡Esa es la vida!

Espero te sea útil
Saludos, Yraida

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