Es el término elegido por el médico, psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo Carl Gustav Jung para aludir a «la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal». Poéticamente se dice que las casualidades no existen y que nada sucede por simple azar; que cuando un hecho es sincrónico, la firma de Dios está al final del capítulo.
Esta mañana, después de una reflexión personal, escribí una oración. Seguidamente abrí mi bandeja de correos y la sorpresa ante mis ojos, recibí un correo de una libélula: “…Les remito tres fotos de una imagen de la virgen de Guadalupe que estoy modelando en barro para un santuario en un campo de Manabao…”.
Siguiendo el ejemplo de esta libélula, comparto con vosotros este capítulo, que sin duda, lleva la firma de Dios:
Siguiendo el ejemplo de esta libélula, comparto con vosotros este capítulo, que sin duda, lleva la firma de Dios:
MadreQue prestaste tu vientre para que en ti se hiciera la creación Divina, la de mi Ser a semejanzaY que libraste pesadillas para pasar la vida que, como regalo, me obsequiaste. Por favor, sánameBendíceme y ve con buenos ojos el camino que he de seguirComo hoja de otoño me he entregado, desde la oscuridad en la que ahora transito, muéstrame la luz de tu sol, guíameAcoge mi corazón en tu seno de luna santa, esa que en tus pies reposa, y báñalo con tus benditos bálsamosQue tu leche llene mi hogar con prósperos alimentos mi despensa y que pueda yo compartirloQue tus manos sean las que acaricien mi sien y tu tierno beso mi frente para que pueda yo pensar y mirar con claridad sin miedo, sin juicio, sin culpa, sin crítica, sin falso amor. Amén!Madre biológica, simbólica y universal, a ti estas líneas que sollozaron en mi corazón.
Cariños,
Yraida Moreno
Yraida Moreno
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